Como
imperativo, como frase, como pedido o súplica, con diferentes
entonaciones, afectos y efectos, ¡pórtate
bien! es algo que se escucha a diario en diversas situaciones y contextos donde
son lxs niñxs los destinatarios de ese
pedido o pasivamente escuchan como se habla de ellxs…
¿Qué
encierra la idea del portarse bien?… muchas veces se escucha como genérico y
apunta a la idea que “ese adulto” tiene
en ese momento y que no siempre es la
misma idea ni situación aunque la frase
se repite… Propongo pensar también en aquellos momentos en que lxs niñxs
repiten esa frase a otros en sus juegos o enojos, o bien a modo de obtener
algún tipo de “disculpa, o aprobación”,
o bien dejar contento a quien lo escucha. Son muchas las veces que
dentro de una familia e institución
educativa se escucha “Pórtate bien”...
Propongo
detenernos a pensar si esa frase no está reemplazando peligrosamente por sus
efectos el lugar de la palabra ante alguna situación que afecta a lxs adultxs y
a lxs niñxs de algún modo, afecta en tanto sentirse afectado, modo único para
cada quien, que al encerrarse en esa única frase, no habilita la posibilidad de
diálogo. Muchas veces cuando un niño o niña dice “me voy a portar bien” y se le
pregunta qué quiere decir con eso, no pueden expresarlo con sus propias
palabras; cuando alguien alguna vez les
dice “no se trata de portarse bien o mal”, miran como desorientados, repiten la
frase una y otra vez, parecen no entender…
Detenerse
a pensar también qué es bien o mal?... ¿Es
bien o mal para todos siempre lo mismo?, o habría que tener una lista, como si
se pudiera, de lo que es bien o mal para cada persona con la que nos
encontramos en nuestra vida; aunque, al ser una lista, ya que siempre hay más
de una opción, habría que adivinar a qué
de esa lista se refiere esa persona, en ese momento…. Suena ridícula la idea; y
lo ridículo, a veces, da cuenta de lo ridículo de lo que pasa…
Bien
o mal como categorías que encierran tandas cuestiones, contingencias, decisiones,
miradas, posiciones… tantas como sujetos hay… tal vez, una vez más la idea sería
vaciar de sentido, a ese “pórtate bien”
para darle otra vuelta; un nuevo
modo donde sea la palabra la que habilite a hablar, a decir lo que pasa, lo que
se siente, lo que molesta, lo que duele, lo que disgusta o gusta, lo que nos
hace bien y nos hace mal a cada uno en cada momento y circunstancia.
La
palabra enlaza desde el amor, la palabra como pausa para que haya mirada,
escucha, aceptación de lo propio y lo del otro, como diferenciación entre lo
propio y lo ajeno, la palabra que habilita un tiempo, y un espacio para
sentarse a hablar. La palabra desde la presencia, habilitando una pausa, un
corte a ese “pórtate bien” impersonal, genérico, vacío de sentido y con enormes
efectos….
No
es lo mismo con palabra o sin ella, ni en la vida de lxs adultxs, ni mucho
menos en lxs niñxs en pleno proceso de constitución subjetiva. La palabra como significante, como
emblema a dejar a lxs niñxs, como recurso simbólico. Para que ellxs dispongan de la palabra, son
lxs adultxs quienes deben ofrecérsela, prestarla, habilitarla, para que poco a
poco la hagan propia…
Verónica del Castillo
Psicopedagoga